Doce inviernos por año cubrían el calendario degollando primaveras intrometidas que amablemente disfrazaban días soleados en palabras. Era invierno cuando era verano, era invierno todo el año.
Renuncie a las estaciones y me instale en el frío. Lejano, lluvioso, tembloroso. Cuarenta días y cuarenta noches sin un arca.
Sin previo aviso, como la muerte a la vida, como un caballo en Troya, como un te quiero en mudos de desilusión; de golpe e inesperado el invierno acabo, coincidentemente cuando te presentaste junto a mi.
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